Diseños de tablas 3: Laminados y Decoración

SURFBOARDS, LAMINADOS Y DECORACIÓN: DE 1958 HASTA 1979

Gracias a la tecnología desarrollada durante la segunda guerra mundial, el sellado del núcleo de una tabla se pudo al fin solventar de una forma definitiva.

Hasta la llegada de la fibra de vidrio y la resina de poliéster, las tablas de madera de balsa/secuoya eran protegidas del agua salada mediante varias capas de barniz náutico. Este barniz, por el simple uso y contacto con los elementos (sol, agua y arena) se desprendía con relativa facilidad, pudriendo la madera como consecuencia final.

Pete Peterson, Dale Velzy, Bob Simmons, Joe Quigg, Matt Kivlin y Dave Sweet fueron los pioneros en cuanto a laminado se refiere. Entre finales de los 40 y principios de los 50, probaron diferentes materiales. Diferentes tipos de resina de poliéster (incluso Epoxy) y fibra de vidrio usada por la industria aeronáutica.

A mediados de los años 50 se pudo establecer el standard en cuanto a laminado. Se utilizaba resina de poliéster con un agente catalizador que sólo secaba por efecto del sol, con el consiguiente quebradero de cabeza el día que estaba nublado.

Se solía laminar la tabla en transparente, y si acaso se aplicaba algún motivo artístico de forma sútil si el cliente así lo pedía (nombres, caricaturas o dibujos varios).

Hacia finales de los años 50, cuando la técnica del laminado ya estaba dominada, se empezó a ofrecer la posibilidad del color. Una vez laminada la tabla (aplicación de la fibra de vidrio impregnada con resina de poliéster), se aplicaba una capa de resina transparente (hot coat). Una vez lijada esta última capa, se aplicaba una capa de resina coloreada con pigmento. Sobre esta capa coloreada se aplicaba una última capa de resina (gloss coat).

Normalmente se aplicaban colores planos que incluso cubrían la aleta entera.

Tambien se ofrecía la posibilidad de aplicar esta técnica con más de un tono. Se premezclaban distintos botes con resina tintada y se esparcían sobre la superficie. El pincel se encargaba de esparcir los diferentes volúmenes de resina con su respectivo color obteniendo un efecto proto-psicodélico. Esta técnica no fue en absoluto rara en tablas pre-1961 y muchas veces se confunde con los laminados psicodélicos con resina tintada hechos a partir de 1967.

La llegada del foam provocó varios cambios. Hay que recordar que estamos en una época en que la industria en general aún manufacturaba producto con el valor de la durabilidad en alza. Hoy día, todo se manufactura con el fin que la vida del producto no sea muy larga, consiguiendo más venta a corto plazo.

En 1960, se fabricaba para que el producto tuviese la máxima durabilidad posible. Para tal efecto, los laminados se elaboraban con fibra de mucho onzaje. Por ejemplo, Bing Copeland y Greg Noll ofrecían dos capas de fibra de 10 onzas en el deck y bottom, lo que le confería un peso tremendo para los cánones de principios del siglo XXI.

Dave Sweet ofrecía tan sólo una capa de fibra de 10 onzas a cada lado de la tabla. Hap Jacobs cogió la fama que sus tablas eran a prueba de bomba y Dewey Weber -haciendo un ejercicio en pro de la durabilidad- laminaba con dos capas de 20 onzas a cada lado de la tabla.

Visualmente, los foams inflados por Gordon Clark a finales de los 50 ofrecían tal cantidad de burbujas de aire, que las tablas shapeadas con ese foam tenían que ser glaseadas en tonos pastel (tonalidades muy populares, tan solo hay que ver los tonos de los coches de la época o las guitarras eléctricas Fender). Estas tablas recibieron el mote de “easter eggs” o huevos de pascua por el color de las mismas.

Cuando las formulaciones de los foams se fueron refinando, ya se podían laminar tablas en transparente.

En cuestión estética, entre 1960 y 1965, el patrón estaba muy claro.

Las tablas se vendían en acabado brillante, laminadas y glaseadas con resina transparente. La técnica del coloreado en el glaseado se había perfeccionado. Se podía colorear una tabla entera en el mismo tono o ofrecer una combinación de varios colores. La técnica del “tape off” consistía en enmascarar la zona de la tabla que interesaba. Una vez la resina coloreada empezaba a gelificar, la cinta de enmascarar se retiraba (en inglés “tape off”). Se obtenían entonces los típicos diseños de época: tablas de color plano con el nervio descubierto, rayas y paneles de distintos colores, diferentes patrones cromáticos… Más tarde se popularizaron las bandas de competición (competition stripes), que eran bandas sencillas que atravesaban la tabla en disposición diagonal. Todas estas combinatorias de colores, patrones y formas servían tambien en época pre-leash para poder identificar a primer golpe de vista la tabla cuando se perdía después de un wipe out.

Los nervios de madera, amén de ser la columna vertebral de la tabla no dejaba de tener una secundaria función ornamental. En un principio se trataban de nervios de secuoya de hasta dos pulgadas de grosor. Con el paso del tiempo se aplicaron otras maderas como la balsa mucho más liviana, con la cual se podía aplicar un nervio de hasta tres pulgadas sin miedo a añadir un exceso de peso. Más tarde llegaron los nervios compuestos de dos, tres o más listones pegados entre sí (T band). Los nervios triples fueron comunes desde los años 50 hasta finales de los 60. El prestigioso modelo “Phil Edwards” de Hobie fue un claro ejemplo de ello.

Otro elemento funcional de la época que tambien tenía un fin estético era el “tail block”. Este elemento, era un ápice de madera que se aplicaba en la cola de la tabla. Básicamente se trataba de un parachoques, que prevenía que el foam chupara agua después de un fuerte impacto.

Otras delicatessen podían ser “nose blocks” o nervios curvados que acoplaban a sus foams Greg Noll o Gordie en sus tablas. Evidentemente, este extra en madera añadía unas cuantas libras más de peso, pero las hacían enormemente resistentes.

Otra vez, en 1965, los cambios se dejaron notar. Para empezar, estamos en los incios de la búsqueda de la ligereza, por tanto todo aquel elemento susceptible de añadir unos futiles gramos extra debía ser eliminado. Los glaseados en color podían facilmente añadir como mínimo un kilo extra, los nervios gruesos de secuoya eran tan fuertes como pesados y los tailblocks se podían hacer más ligeros con espuma de alta densidad.

A partir de 1965, ya no se abusa tanto del color ni de recargados patrones cromáticos. Lo blanco cada vez se impone más.

Otro de los usos de los glaseados en color era la de ocultar los toscos trabajos de laminado que las fibras de la época obligaban.

El uso de fibras de 10 onzas y bajando, conllevó la invención del “pinline”. El corte de la solapa de fibra en el canto de la tabla (llamado “cutlap”), dejaba una impresión visual que debía de ser disimulada de alguna manera (y más, si el laminador no tenía el pulso firme ese día). Para ello se creó el “pinline” que no es más que la línea negra o de color que oculta el corte del “cutlap”. Con el tiempo el “pinline” pasó de ser un ornamento funcional a convertirse en un quasi-arte en sí mismo.

Los glaseados en color se limitaban a sencillas bandas de competición, rayas simples o colores planos en algunos casos.

En 1964 y 1965 se empiezan a ver laminados coloreados, es decir, la resina que se usa para laminar el foam con fibra de vidrio se colorea previamente (ya sea con un tono opaco o translúcido). De esta manera se consigue colorear la tabla sin añadir el peso que conlleva un glaseado extra de color.

Bing asentó el patrón de laminado coloreado en el bottom y deck blanco tocado de un pinline negro.

Para conseguir ligereza sin comprometer la rigidez, se pusieron en boga los foams con tres nervios finos, o los nervios de madera combinados con listones de foam de alta densidad (en algunos casos coloreado), con un grueso total entre 2 y 3 pulgadas.

El onzaje de la fibra tambien fue bajando. Por ejemplo, Hobie a mediados de los 60, ofrecía en su catálogo las opciones de laminado con fibra de 20, 10 y 8 onzas, incluso más tarde hasta de 6 oz. Lo normal era aplicar dos capas de fibra en el deck y una en el bottom. Para añadir cierta resistencia en zonas de stress, se aplicaban parches de fibra en zonas como en la mitad del deck (para prevenir la fatiga de material por el remado de rodillas) o bajo de la aleta.

Hacia 1966, el cutlap cada vez era más ancho. Con la llegada del pop art se aplican telas de estampados florales o psicodélicas (que estuvieron en boga entre 1967 y 1968) sobretodo por firmas como Weber, Bing y Greg Noll.

Sin embargo, hacia 1967 sigue la tendencia a la simplicidad en lo que a estética se refiere. Las tablas blancas de tres nervios y discretos tailblocks se yerguen en los racks de las surfshops frente a decoraciones psicodélicas abigarradas. Justo en plena época del LSD, proliferan los laminados denomiados “swirl” o “acid splash”, que consistían en laminaciones con diferentes colores (normalmente de una misma gama) con esquemas lineales longitudinales, transversales o según la teoría del caos. Pese al extremo abuso de esta técnica durante los primeros años del siglo XXI (popularizados por la firma Cooperfish) nunca fueron inmensamente populares en su época.

Con la llegada de la tabla corta y sus cantos afilados, una fibra más maleable era necesitada para amoldarse a las nuevas y agudas formas. Las 6 onzas se empiezan a imponer.

Debido a la cantidad de experimentación y la volatibilidad de los diseños de esa época, sometidos a la constante evolución y el “prueba y error”, no se suele perder el tiempo en decoraciones elaboradas.

Cuando a principios de los años 70 la revolución del shortboard se calma, los motivos decorativos se plasman acorde con los tiempos. Los trabajos en resina tintada en laminado dejan paso a los aerógrafos, y directamente encima del foam se aplican atrevidas obras gráficas psicodélicas como las aplicadas en las tablas de Tery Fitzgerald y Mike Hynson.

Ya en plenos años 70, los laminados continuan con la tendencia de bajado de peso, utilizando fibras cada vez más ligeras y dejando muy atrás los tiempos donde la fibra para cascos de barco se utilizaba para la tablas.

Estéticamente, se sigue utilizando la aerografia sobre foam bajo los gustos de la época, aunque los laminados en resina coloreada se usan eventualmente, pese a que el laminado transparente es lo que impera.

El movimiento nostálgico del “retro” como nos tiene acostumbrados desde los años 90, hace su propia relectura estética de los años 60 y 70 sin molestarse en estudiar la época, ofreciendo clichés estéticos asumibles por el público en general.

Escrito por Didac Piquer Puigdemont
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