Diseños de tablas 2: las Aletas

SURFBOARDS & ALETAS: DE 1958 HASTA 1979

Fue en 1934 cuando Tom Blake adosó un timón en la cola de una tabla de remada. Pese a que la tabla ganó en estabilidad y nobleza en giro, el sencillo y ahora evidente ingenio no tuvo aprobación por parte del contingente surfer.

Antes de la llegada de la fibra de vidrio, la fijación de una aleta era un ejercicio infructuoso. Cuando las tablas de madera maciza eran protegidas tan solo por varias capas de barniz, la aleta se debía de acoplar mediante rudimentarios cajetines o mediante un sistema de tornillos. Después del stress al cual eran sometidos los materiales en el agua, era muy fácil que se formaran grietas con la consiguiente filtración de agua salada y el posterior pudrimiento de la madera.

Cuando en los años 50, las tablas de madera de balsa iban recubiertas con fibra de vidrio/resina de poliéster, la tarea de colocar una aleta se pudo resolver de una forma fácil.

La superficie laminada ofrecía una rigidez apta para la fijación de la aleta.

Dada la falta de precendentes, las aletas de principios de los años 50 eran apéndices de poca superficie de formas inspiradas en la náutica convencional. Hacia finales de la década, habían ganado en superficie y presentaban una silueta de forma ovoidal. Este concepto de aleta fue el conocido como “skeg”. El núcleo era de madera (salvo algunas excepciones en fibra de vidrio), la distribución de volumenes estilo ala de avión prácticamente se ignoraba y se colocaban tan retrasadas como fuera posible.

Entrados en los 60, las “skeg” se fueron refinando. El canto de ataque y salida presentaba una forma más afín a la dinámica de fluidos. Los núcleos de madera se componían de combinatorias de maderas de diversos timbres consiguiendo llamativos efectos decorativos. Para proteger el núcleo de madera de golpes, rozaduras (y eventualmente del agua), el borde de la quilla era tocado de un grueso ribete de resina que actuaba a modo de parachoques. Tambien existía la versión de esta aleta en fibra de vidrio, con la ventaja que se podía colorear.

La gran área de la “skeg” (de unas 10 pulgadas de profundidad y algo menos en la base), daba una gran estabilidad en la ola, pero para girar era imperativo presionar firmemente en la cola de la tabla con la pierna trasera.

Esta aleta creaba un efecto hidrodinámico curioso: el agua que fluía por las paredes de la quilla creaba una turbulencia en la salida de la aleta que se traducía en una estela de agua muy marcada, similar a la que dejan las embracaciones fuera borda. Pese a la gran estabilidad y comportamiento noble de esta aleta, había una pega: tal cantidad de superficie y volumen se traducía en un efecto de frenado que de todas maneras, era compensado por la inercia de la misma tabla.

Hacia 1965 se empezó a experimentar con distintos diseños de aletas, acabando con la era de las aletas ovoidales o casi cuadradas. De forma tímida, se empezaron a adaptar las siluetas de las aletas de la fauna marina. Otros buscaron la funcionalidad aplicada al estilo noserider. De tal forma se diseñaron aletas de gran profundidad pero con una superficie menor para facilitar los giros. Bing Surfboards fue curtiendo el concepto “pivot fin”, casi rectangulares, que con el devenir de los años se iban estrechando gradualmente. El otro gran diseño de esa época fue la aleta “hatchet” (hacha). Dicen que fue desarrollada por Dale Velzy, pero fue popular bajo la firma de tablas de Dewey Weber. El concepto fue muy popular en la época dorada del noseriding y fue aplicada en buena parte del modelo “Performer” de Weber. La mitad de la aleta que iba fijada al bottom de la tabla era más estrecha que el resto. Este segmento con menor superfice permitía un giro más ágil, al ofrecer menos resistencia al flujo de agua, mientras que la parte superior con más superficie daba la estabilidad necesaria en momentos de noseriding. Se trataba de buscar un compromiso entre estabilidad y agilidad de giro.

1965 fue el año de la aleta extraible. Se pudo desarrollar un sistema de cajetín, que pese a no dar posibilidad de colocar la aleta en posiciones variables, sí que solucionaba problemas de logística en viajes. Hacia finales de la década y principios de la siguiente ya se montaban sistemas de cajetines con la opción de posición variable. Para este tipo de cajoneras, las aletas se manufacturaban con compuestos plásticos con moldes de inyección.

La siguiente revolución en cuanto a maniobrabilidad la trajo consigo el kneeboarder californiano George Greenough. Para empezar, Greenough, gran aficionado a la pesca se fijó en las formas de las aletas de la fauna marina y como éstas se comportaban bajo un punto de vista hidrodinámico.

Aplicó la silueta y la flexibilidad de una aleta de atún a la fibra de vidrio. Esta aleta después de flexar al máximo en un bottom turn, ofrecía un plus de aceleración al encarar la pared de la ola, dándole un comportamiento más nervioso en comparación a las tablas de entonces. Este concepto lo aplicaba al máximo Greenough al surfear de rodillas en su tabla spoon en picos de fondo de roca. La forma de surfear en kneeboard, con el punto de gravedad muy bajo permitía exprimir al máximo las cualidad de las flex fin. Este concepto fue aplicado en 1966 en las tablas de Nat Young y Bob McTavish y fue uno de los ingredientes de la revolución de la tabla corta.

Hacia 1967 y 1968, las tablas alrededor de los 9 pies ya eran montadas con fins siguiendo el concepto de Greenough.

La revolución de la tabla corta combinada con la era psicodélica se consumó con una mentalidad abierta y progresiva sin miedos a probar cualquier idea.

Otro kneeboarder californiano rescató un concepto ideado por Bob Simmons en los años 40. El uso de las dos aletas hasta ese momento, como mínimo era considerado extravagante. En 1967 Steve Lis lo aplicó a su kneeboard. Era sabido que una cola “pin” o “round pin” ofrecía un giro mejor y con más agarre en take offs críticos que una cola ancha y cuadrada. Así que Lis creó un kneeboard con una cola con doble “pin” y de este modo nació la cola tipo “fish” (pescado) por la semejanza con el animal.

El invento se tradujo en el agua como una revolución en cuanto a maniobrabilidad. El día clave fue cuando el kneeboard fue surfeado de pie, y se pudo aplicar la idea a las tablas standard. Sin embrago el sistema de dos aletas fue asimilado en otro estilo de tabla. Contrariamente a lo que la moda del siglo XXI parece querer insinuar, los fishes de finales de los sesenta y principios de los setenta tuvieron tanta o menos popularidad que las tablas twin fin de cola cuadrada. Es decir, la cantidad de filosofías era tal que se entremezclaban entre ellas, se aceptaban de forma paralela pero ciertamente, el concepto “twin” de cola cuadrada y el fish (incluso pulularon algunos engendros de tres aletas) cohabitaron con el single fin sin modificar el panorama en cuanto a diseño de tablas hasta unos años más tarde.

Los californianos hermanos Campbell trajeron el “bonzer”: Aleta central + dos pequeños apéndices laterales + cóncavos entre aletas. Este diseño ofrecía buena estabilidad gracias a la aleta central. El giro era ensalzado por las aletas laterales y los cóncavos marcados se beneficiaban del efecto “Venturi” para conseguir velocidad extra en la salida de un giro. Al cocinar todos estos ingredientes en una cola relativamente estrecha (normalmente “square” o “diamond”) se eliminaba uno de los problemas del fish. Las colas anchas del fish no eran aptas para paredes verticales o secciones tuberas, ya que éstas tendían a derrapar y obligaba a surfear alejado de la zona más vertical y crítica de la ola.

Por este motivo el fish siempre se aconseja para olas de playa con tendencia babosa y el bonzer para olas de fondo de roca o arrecife con pared verticaloide.

De todos modos, pese a los continuos experimentos y desarrollos llevados a cabo a finales de los 60 y principios de los 70, la elección más popular en cuanto seguía siendo el single fin, aplicado en cola estrecha ya sea “square”, “pin”, “diamond” o “swallow”. Podían ser fijas o extraibles. Solían ser laminadas en fibra con diferentes capas de color. En algunos casos aún se laminaban en madera. Y la medida media solía estar en unas 7 pulgadas de profundidad, con una base estrecha.

A mitad de los años 70, llegó el invento del “stinger” por parte del shaper hawaiiano Ben Aipa (pese que Hap Jacobs ya jugó con este elemento en su modelo “422” hacia 1964). El “stinger” se trataba de un escalón en la silueta de la tabla situada cerca de la cola. Se conseguía estrechar la cola para agilizar el giro y obtener mejor agarre sin renunciar al ancho máximo de la tabla para obtener mejor estabilidad.

Hacia finales de los años 70, se recuperó el “twin fin” combinado con el “stinger” de Aipa. Mark Richards se encargó de popularizar este tipo de tablas hasta principios de los años 80.

Se eliminó el problema inicial del fish, con una cola más estrecha y el respectivo “wing” que aún la estrechaba más, obteniendo más maniobrabilidad.

Los giros que se podían perpetrar con estos twins eran mucho más arriesgados si los comparamos con un single de época. Incluso el propio Richards se encargó de demostrar que estos “twin” eran perfectamente válidos para el oleaje hawaiiano del North Shore.

Hacia 1980, el shaper Simon Anderson se encargó de traernos el “thruster” que no caló del todo hasta 1983, y que se convirtió en un standard hasta que murió la dictadura de la tabla “moderna” a principios del siglo XXI.

Escrito por Didac Piquer Puigdemont
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